Cuántas
veces hemos pensado en ser seguidores de
Jesús, cuántas veces lo hemos dicho y otras cuantas hemos tratado de imitarlo.
Probablemente nos faltarían dedos como se dice de manera vulgar, pero la verdad
es que cuando pienso en él se viene a mi
mente una cantidad de palabras innumerables
para señalar sus conductas. Generalmente como cristianos siempre
hablamos de que es sublime, que es grande, que es poderoso, no obstante rara
vez lo señalamos como humano. Es verdad que es el hijo de Dios, pero debemos
recordar que bajó del trono a ser un simple hombre, a ser humillado, y de
pronto en mi meditación vienen conceptos que fácilmente podemos adquirir nosotros.
Tal
vez para nosotros se nos hace difícil pensar en realizar los milagros de Jesús
, puesto a ciertos limitantes que nos creamos , sin embargo no pensamos en las cosas simples que generaron los grandes
cambios. Se imaginan cuál hubiese sido
la reacción de estar parados frente al hijo del padre, aquel que nos dio otra
oportunidad a cambio de su vida, a lo mejor esa simple mirada de él hacía nosotros nos dejaría atónitos y dejaríamos
nuestras vidas actuales para seguirlo. Esa mirada se dio más de una vez, Jesús miró con ojos de confianza,
con esos ojos “de todo va estar bien”, con ojos de amor. Aquella mirada sencilla cambiaba absolutamente todo.
Ese acto probablemente era el que daba esperanza a hombres y mujeres, aquel
acto puedes encontrarlo en ti.
El
hijo del rey miró sin hacer distinción
del sexo , rompiendo los esquema de la época . Él puso sus ojos y oído a
disposición de un hombre cualquiera que
confió en que podía revivir a su hija (Mateo 9:18). Asimismo miró aquella mujer
que tenía una hemorragia constante (Mateo 9:20-22) la sanó y la animó, solo él
podía entender su aflicción, solo él podía dar sanación.
Pero Dios no dejó nada al azar, nos regaló el poder de la oración( Juan 14:13), la capacidad de hablarles a otros de su amor , de dar esperanza , de tener al Espíritu Santo quien si le damos oportunidad nos guiará y nos hará vivir como imitadores de él .
Pero Dios no dejó nada al azar, nos regaló el poder de la oración( Juan 14:13), la capacidad de hablarles a otros de su amor , de dar esperanza , de tener al Espíritu Santo quien si le damos oportunidad nos guiará y nos hará vivir como imitadores de él .
Tomemos
la decisión de mirar distintos, de no ser temerosos(as), Jesús necesitó ser
determinante y valiente para enfrentarse a las multitudes, necesitó confiar y
tener fe en su padre para lo que hacía. Recurramos al Padre y observemos el mundo de manera distinta y
las situaciones comenzarán a rodar de otra forma, en resumidas cuentas Dios nos
entregó las herramientas para ser como su hijo y para volvernos sus hijos.